Autoestima y Autosuperación

La autoestima se corresponde con una valoración positiva o negativa hacia un objeto particular: el sí mismo. Por medio de la autoestima nos proponemos objetivos, nos impulsamos a actuar, nos creemos capaces de lograrlo y nos alentamos a seguir adelante frente a las dificultades. Una adecuada autoestima ayuda y motiva en el logro de nuestras metas y sueños.

Por eso, es una poderosa necesidad humana y efectúa una contribución esencial al proceso de la vida a tal punto, que el hecho de no lograr una autoestima positiva entorpece el crecimiento psicológico y social del ser humano. La autoestima positiva se da cuando la persona se respeta y estima, sin considerarse mejor o peor que los otros y sin creerse perfecto, es decir, cuando reconoce sus capacidades y sus limitaciones esperando mejorar. El logro de este tipo de autoestima está influenciada por el nivel de confianza que el niño posee de sus propias capacidades, por el afecto que le brinde un otro significativo (Bowlby, 1998), por las expectativas positivas que se le manifiesten en relación a sus logros futuros y fundamentalmente por la creación de un ambiente donde se favorezca y aumenten sus posibilidades de éxito.

Es decir, un niño que posee una autoestima positiva se siente valioso, capaz, se acepta a sí mismo, es confiado y gusta de la proximidad afectiva. Puede adquirir e ir utilizando habilidades sociales aprendidas para enfrentar situaciones difíciles.

 

Pero ¿cómo se desarrolla una autoestima positiva?

Detrás de toda persona aparentemente independiente se encuentra un universo mayor o menor de relaciones constituidas desde la infancia, que proporcionan la seguridad o la confianza de que en caso de necesidad van a proporcionarnos la ayuda esperada: la familia es, en este sentido, primordial en la construcción de la autoestima de los niños y la escuela, en los contextos de vulnerabilidad social.

Cabe señalar que el desarrollo de la autoestima dependerá en parte del tipo de relaciones afectivas que se establezcan a lo largo de la existencia de la persona, por lo cual, es esencial que la persona se encuentre en un clima de afecto y amor, no sólo en el hogar, sino en todo ambiente que le toque desenvolverse en el transcurso de su vida, lo cual está directamente asociado a su sentimiento de confianza personal, sin ella todo crecimiento posterior será más vulnerable (Erikson, 1959).

 

Por lo expuesto hasta el momento, debemos advertir que el factor protector más relevante para el desarrollo del niño corresponde al vínculo afectivo con una persona significativa para él, ya sea su madre u otro adulto con el cual pueda relacionarse de manera cálida y estable (Lartigue y Vives, 1992). Al establecer un vínculo estrecho con su madre u otro adulto, el niño adquiere la confianza básica (Erikson, 1959), la fe y constancia objetal. A medida que el niño va creciendo, esta capacidad le permite mantener relaciones estables con personas hacia las que tiene sentimientos encontrados o ambivalentes.

Por el contrario, cuando la persona no crece en el marco de un clima familiar sano o no accede a poder escolarizarse, probablemente desarrolle una baja autoestima que implicará insatisfacción y descontento consigo mismo, con poca capacidad de creer en sí mismo y en sus posibilidades para lograr alguna meta en su vida. Estas personas incluso pueden llegar a sentir desprecio y rechazo de sí mismo. Por eso es importante que personas que se desarrollan en contextos vulnerables encuentren al menos un vínculo de calidad con alguien en el cual expresar su confianza y estabilidad emocional. Para poder así dejar de sentirse endebles y poder percibir que haya alguien que crea en ellos, que les diga “vos podes”. 

Probablemente en un principio aparezca la desconfianza y el miedo, porque son personas emocionalmente muy vulnerables que, aunque tengan una edad adulta, se muestran como niños pequeños que necesitan un mimo, un abrazo, que creas en ellos. Poseen una labilidad enorme y necesitan que haya otro que los contenga. Pero si se logra afrontar y atravesar el miedo (realizando aún la conducta que nos hace bien con miedo) sin dejarnos paralizar, la satisfacción por lo logrado es aún mayor. 

 Por eso siempre es importante que las personas sepan que tienen posibilidades de autosuperarse. Entonces si logramos ponernos metas y no techos y no permanecer caídos probablemente la alegría por lo logrado es más reconfortante.  Por eso, si te da miedo, hacelo con miedo!!


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