referencia: Video de Robert Brooks “Look what you’ve done!”
– Ser firmes y eficientes al aplicar límites
Si un niño crece en un entorno donde los límites están bien claros, ellos le dan una idea de cómo debe comportarse y actúan como rieles de contención. Existe un freno, existe un “no”, existe un límite, y ello permite ubicar los “sí”, las áreas de despliegue. El niño sabe lo que se espera de él y hasta dónde puede accionar. El límite lo ordena. Ello no sólo lo hace sentir seguro sino que lo educa en la autodisciplina, lo ayuda a reflexionar acerca de su conducta, de lo debido, de lo esperado y de lo que sale de la norma. En una primer etapa es una disciplina guiada por los padres para luego convertirse en “AUTO-DISCIPLINA”. Al igual que la “autoestima” empieza siendo una estima dada por la imagen que proyectan los padres para luego convertirse en la “AUTO-ESTIMA”. Los límites promueven el logro del aspecto “AUTO”. El feedback influye en el aspecto “ESTIMA”. Una ecuación simplificadora sería: Límites claros + feedback estimulador= buena AUTOESTIMA.
Si un niño crece en un entorno donde los límites no están claros, no tiene una clara idea de cómo debe comportarse y no tiene parámetros de conducta que le brinde contención. Convive con la sensación del precipicio. Nada es esperado, tanto un reto como un elogio pasan a ser resultados del azar. No puede establecer relaciones de causa-consecuencia y cada respuesta recibida la vive con un impacto sorpresivo. Ello lo lleva a una sensación de inseguridad, de poca predicción de las conductas ajenas y por ello arma una imagen desajustada de sí mismo y no puede auto-dirigirse porque empieza a reaccionar de manera tan cambiante y fluctuante como el entorno al que está expuesto. Desarrolla entonces un concepto de conducta polarizada (blanco-negro / bueno-malo) y atribuye las consecuencias al azar o a valorizaciones totalizadoras (soy malo-soy bueno) en lugar de atribuirlas a conductas puntuales.
Sería difícil imaginarse niños desarrollando una buena autoestima si no poseyeran un buen sentido de la auto-disciplina. Esto significa la habilidad para reflexionar sobre su propia conducta y de su impacto en los demás, para luego poder cambiar la conducta si es necesario.
Para ayudar a los niños a desarrollar el autocontrol, es importante brindarles un entorno de contención y valorizaciones puntuales y no intimidarlos o humillarlos. Si se quiere que asuman responsabilidad por sus acciones y para que perciban las reglas como justas, deben comprender el sentido de las mismas y participar aunque sea mínimamente en el proceso de selección de las reglas y de las consecuencias que obtendrán si las rompen.
Los niños con DA o ADD tienden a presentar problemas de conducta o desajuste a los límites con mayor frecuencia. Por eso es importante anticipar la posible aparición de estas conductas y crear un entorno que tienda a disminuirlas. Por ejemplo, el adulto puede observar qué ocurre antes del problema de conducta para poder evitar esta situación en lo sucesivo.Si un niño tiende a pararse en la clase o levantarse de la mesa en el momento de la comida, podrán pedirle que realice un encargo que lo ayude a encauzar la necesidad de estar activo o reflexionar sobre esta conducta y premiarlo cuando pueda controlarla. Igualmente se podrá buscar disminuir la duración de la actividad para que el niño tienda a lograr un mayor control. Si la meta o el control será sobre el permanecer sentado, entonces deberán evitarse las aseveraciones sobre otras conductas como comer o trabajar en forma prolija. Una cosa por vez.
Los niños con DA o ADD necesitan más guías para controlar su comportamiento pero también son los primeros en considerar que los límites son poco justos. Una manera de que puedan entender mejor los límites es establecer las conductas esperadas en forma explícita así como también las consecuencias de su no cumplimiento.
El adulto debe mantener un equilibrio entre ser rígidos y flexibles al aplicar las reglas, intentando balancearlas con ternura, aceptación, humor y expectativas realistas, parámetros claros y consecuencias lógicas y naturales.
Es importante no “sermonearlos” con reflexiones extensas. Los niños pueden captar reflexiones sobre hechos puntuales y tienen un período de concentración más corto que el adulto.
Además, hay que tener en cuenta que la forma más poderosa de disciplina es el feedback positivo, la reflexión puntual sobre el hecho realizado y el refuerzo verbal.
– Aprender de los errores
Todos los niños se preocpan al cometer errores y aparecer frente a otros como “tontos”. Los niños con DA o ADD dadas las reiteradas frustraciones que experimentan por su problemática tienen más miedo de cometer errores que sus pares. Siguiendo la teoría de la atribución, estos niños frecuentemente sienten que sus errores no pueden ser corregidos y son fuente de vergüenza y humillación. Por ello, en lugar de buscar soluciones, tienden a evadir las tareas que ellos creen resultarán en fracaso. Dado que la autoestima está íntimamente conectada con la respuesta que el niño da a los errores y frustraciones, es importante enseñarles que los errores son parte del proceso de aprendizaje.
Los padres y maestros sirven como modelos. El modo en que ellos reacciones es la mayor fuente de aprendizaje para los niños. Por ello es importante que reflexionemos cómo manejamos nuestras propias frustraciones y qué modelo de tolerancia a la frustración estamos mostrando a los niños.
Muchas veces le pregunto a los padres si tienen oportunidad de jugar con sus hijos y cómo reaccionan cuando ellos pierden, o (en primer lugar) si alguna vez los dejan ganar! Muchos padres compiten con los hijos en el momento de juego, aunque también hay padres que siempre los dejan ganar y así no les enseñan a manejar una situación de frustración. Un ejemplo muy claro es cuando los niños van a ver jugar al fútbol a sus padres. Muy frecuentemente si pierde el partido, el padre grita en la cancha y luego comenta enojado las diversas culpas por haber perdido. Un buen modelo de frustración sería comentar que lo enoja el haber perdido y analizar las razones controlables como: ” la próxima vez debemos cuidar más la defensa, etc.”
Igualmente las madres pueden frustrarse con las notas que traen los niños y culpar a los maestros por la complejidad de la evaluación, o enojarse porque se le quemó una comida, o frustrase verbalmente cuando no llega a organizar la salida a un programa como lo había calculado.
El modo en que los padres se frustran muchas veces es copiado por los hijos.
También es imporante que los adultos a cargo de niños examinen el tipo de respuesta que dan a los errores o frustraciones del niño. Probablemente el modelo de respuesta que brinden actuará como modelo para que el niño responda a sus frustraciones.
Entonces es importante tener expectativas reales de los hijos (o alumnos en el caso de los maestros) y no sobre-reaccionar con sus errores o fallas. Por ello se deben evitar refuerzos descorazonadores como “Te dije que eso no iba a funcionar!” o “Nunca usas tus neuronas” o “cuántas veces te lo dije!”. Si un niño es torpe y tira siempre su vaso de agua, un padre debería ayudarlo a limpiar en lugar de decirle “vos siempre haces lo mismo, cuando vas a aprender!” o en lugar de castigarlo por su torpeza. Si un niño tira por enésima vez su cartuchera del escritorio, el maestro podría reflexionar acerca de la conveniencia de cambiar la cartuchera de 3 pisos por una pequeña o de ponerla debajo del banco en lugar de castigarlo por su torpeza. El objetivo es comunicarle que los errores y dificultades son oportunidades para aprender. De lo contrario, en lugar de ser ladrillos fuertes sobre los cuales se pueda aprender se convertirá en una montaña de frustraciones que poco a poco se irá haciendo más grande e irá aplastando la estima del niño.
– Hacerlos sentir especiales
La autoestima se nutre y crece cuando se estimula a los niños y cuando se aprecia lo que hacen, particularmente si se trata de refuerzos hechos por los adultos significativos para el niño. Las palabras y acciones que muestran apoyo y estímulo son vitales para los niños con DA o ADD, muchos de los cuales dudan de su capacidad y no saben recibir el feedback positivo. Debemos tener en cuenta que una minúscula acción o gesto de apreciación puede generar un efecto duradero en la estima del niño. Y lo mismo ocurre con las acciones o gestos de desprecio o desilusión. Por ello es importante reflexionar acerca de cómo tratamos a los niños, en especial al niño con DA o ADD, los cuales tienen una estima muchas veces herida por las sucesivas frustraciones vividas.
Entonces será importante buscar las fortalezas del niño para que más allá de las frustraciones que vive respecto de su problemática de aprendizaje pueda destacarse en otra área de su vida.
Una idea interesante es el programa del “protagonista de la semana”, en el cual cada semana hay un niño que tiene el protagonismo en la clase por una semana. El niño protagonista cambia semana a semana, haciendo participar a todo el grupo. Este niño junto con sus padres, puede preparar un afiche con fotos, datos de su historia, su familia, sus gustos, intereses, viajes realizados, anécdotas familiares, destrezas. El niño protagonista la expone frente a los demás compañeros. Los compañeros podrán hacerle preguntas e interesarse así por sus cosas. Luego es la persona especial de la semana y será elegido para encargos especiales o lo que se le ocurra al maestro. Es un proyecto muy enriquecedor en cuanto que ayuda a que los niños se conozcan unos con otros y les brinda la oportunidad de mostrarse y destacarse en otra área diferente a la del aprendizaje (área no destacada en niño con DA o ADD ).
En la casa, los padres pueden reflexionar áreas (por minúsculas que sean) en las que el niño se destaque. Entonces podrán hacerlo sobresalir frente a sus hermanos, o hablar de ese tema y ponerlo como el experto.
El tener un área de éxito los ayuda a los niños con dificultades a tener una imagen más real de sí mismos y más equilibrada (con aspectos positivos y negativos). Sobretodo si se considera el hecho de que están la mayor parte del día enfrentados a un esfuerzo mayor que el de sus pares y por ellos a mayores posibilidades de frustración.
Luego se podrá hablar (tanto en casa como en el colegio) de áreas en las que uno es más hábil y menos hábil, y así poder resaltar áreas de bienestar y éxito, al tiempo que se consideren con tolerancia áreas de menor destreza. Se podrá promover el pensamiento de que todos somos diferentes y que siempre se puede encontrar áreas de destreza. Si los adultos no pueden pensar en algo positivo, menos lo hará el niño. Si la apreciación del niño es negativa, entonces el niño tendrá una baja estima. Pero si el niño interactúa con adultos con buenas expectativas, lo más probable es que confíe más en sus posibilidades. El 50% del rendimiento de un niño está en su motivación, la cual es fiel reflejo del feedback que recibe del entorno (tanto de adultos como pares).
Si tanto padres como maestros tienen una imagen pareja y real de las fortalezas y debilidades de los niños (para ello sería interesante que las escribieran en un papel), les será más fácil implementar refuerzos verbales estimuladores, apreciar el esfuerzo, exigir en áreas de habilidad, comprender y tener más paciencia y tolerancia en áreas de dificultad, y aplicar límites contenedores para promover una mayor confianza de los niños en su capacidad.
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Categoría: Autoestima , General , Manejo de la Conducta
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